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Wandering (Bella Denali)
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Wandering (Bella Denali)
Dicen que siempre hay una primera vez para todo, y esa era mi primera vez pisando suelo parisino. Era mi misión divina la que me había llevado allí, pero había escogido el LeBlanc como lugar de hospedaje por otra razón tanto o más importante. Tenía un buen presentimiento sobre esa ciudad, sobre ese hotel. ¿Sería allí donde mi larga búsqueda llegaría a su fin? Mis esperanzas estaban casi intactas, pues solo había llegado un par de horas atrás, pero la espera no estaba resultando nada fácil. La ansiedad me estaba consumiendo, era más de lo que podía soportar. Necesitaba una distracción, un paseo tal vez. Sí, eso sería agradable, y me ayudaría a familiarizarme con el que sería mi nuevo vecindario por un tiempo indeterminado. Salí del hotel y respiré profundamente el aire de la noche antes de comenzar mi caminata.
Tenía mi propia misión, ¿era eso egoísta? Probablemente, pero estaba fuera de mis manos. Debía encontrar a ese ángel tan especial para mí, ese para el cual yo también había sido especial. Su recuerdo me sostenía en los momentos más difíciles, me daba fuerzas cuando las mías comenzaban a flaquear. Era como si una parte de él aún estuviera conmigo, a pesar del tiempo transcurrido y la distancia que nos separaba. Pero no era suficiente; Nunca sería suficiente. Tal vez me llevara años, incluso siglos, pero iba a estar frente a él una vez más, realmente lo creía. Simplemente tenía que creerlo, porque la alternativa era demasiado dolorosa.
Aún así, no podía descuidar mi misión oficial, que era proteger a los humanos y guiarles por el buen camino. De hecho, ayudar al prójimo me hacía bien, al menos la mayor parte del tiempo, y por eso no me molestó que mi paseo se viera interrumpido por esa inconfundible sensación que me invadía cada vez que estaba cerca de un humano en peligro. Me detuve en seco, mis sentidos en alerta mientras echaba una mirada a mi alrededor. No había demasiada gente en esa calle, así que encontrar el origen de la señal debía ser una tarea relativamente sencilla.
Tenía mi propia misión, ¿era eso egoísta? Probablemente, pero estaba fuera de mis manos. Debía encontrar a ese ángel tan especial para mí, ese para el cual yo también había sido especial. Su recuerdo me sostenía en los momentos más difíciles, me daba fuerzas cuando las mías comenzaban a flaquear. Era como si una parte de él aún estuviera conmigo, a pesar del tiempo transcurrido y la distancia que nos separaba. Pero no era suficiente; Nunca sería suficiente. Tal vez me llevara años, incluso siglos, pero iba a estar frente a él una vez más, realmente lo creía. Simplemente tenía que creerlo, porque la alternativa era demasiado dolorosa.
Aún así, no podía descuidar mi misión oficial, que era proteger a los humanos y guiarles por el buen camino. De hecho, ayudar al prójimo me hacía bien, al menos la mayor parte del tiempo, y por eso no me molestó que mi paseo se viera interrumpido por esa inconfundible sensación que me invadía cada vez que estaba cerca de un humano en peligro. Me detuve en seco, mis sentidos en alerta mientras echaba una mirada a mi alrededor. No había demasiada gente en esa calle, así que encontrar el origen de la señal debía ser una tarea relativamente sencilla.
Astrid F. Nilsen
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