Relax, time for me. (Soren y Declan)

Tenía que alimentarme antes de regresar al hotel, seguía un poco mal herida debido a lo sucedido con los cazadores unas horas antes. Seguía molesta por el hecho de que hayan interferido en la cena con mi mejor amiga. Deseaba ir a buscar a otro grupo, y hacerlos polvillo. Esa noche tenía mi bate conmigo, pero lo había dejado al pie de un árbol cercano a dónde me encontrada "comiendo".

¿Por qué seguía escondiéndome en el bosque del hotel?, esa era una buena pregunta que se harían muchos. La respuesta, es que había escapado de los cuidados de Will. Desde mi perspectiva era algo que no necesitaba las veinticuatro horas del día. Al mismo tiempo, pensé que debía ir a ver a mi mejor amiga. Sabía que estaba herida, pero si me veía mal se iba a sentir peor. Por esa razón decidí esperar un poco más de tiempo quizás un par de horas más.

Luego de alimentarme y buscar mi bate, fui en dirección al lago. El lugar era agradable y bastante relajante, por lo que decidí quitar parte de mi ropa para nadar en el mismo. Así estuve por un largo rato, sin importarme si alguien aparecía y me veía. Estaba disfrutando el momento, y nadie lo fastidiaría por ningún motivo. Por alguna razón mi hiperactividad estaba muy reducida en esa ocasión, por lo que al salir tardé un poco en vestirme. -¿Qué?-. Pregunté al sentir un par de ojos sobre mí.

Off: así estaría en relación a la ropa.

Aquella noche mis pies me llevaron a los jardines. Necesitaba tomar el aire, había pasado el día evitando desgracias y éso me dejaba agotado. Ser un ángel no era nada fácil, no podías pasar fácilmente de tus tareas. Yo al menos no lo tenía tan complicado como los de menor rango, que ni siquiera podían moverse libremente por donde quisieran. No podía quejarme después de todo.

En el jardín, me fijé en manchas de sangre por el suelo. "¿Qué diantres...?", fue cuanto pude pensar en aquel momento. Poco después me percaté en el cadáver que yacía tirado junto a un árbol. Me agaché para examinarlo. Era un humano, y no hacía demasiado que había muerto. Tenía numerosas mordeduras por el cuerpo. Fantástico, más trabajo. Suspiré, pensando en que no solo tendría que ocuparme del vampiro sino que también habría que deshacerse del cadáver. Pobres humanos indefensos... Siempre tenían que ser los que peor parados salían. No podía dejar que éso acabase de esa forma

En fin. Me despistaba durante unos minutos y pasaba ésto. "Bueno, a ponerse en marcha.", pensé en mis adentros. Seguramente el visitante ya se habría ido, los vampiros no eran tan idiotas como para quedarse en la escena del crimen, sin embargo en ese justo instante escuché una voz de hombre. La seguí, ocultándome tras un árbol al llegar a ella. Era el lago, y estaban un chiquillo y otra chica hablando, la cual se estaba vistiendo. Genial.

El tío no tenía pinta de vampiro... De éso estaba seguro. La chica sí que la tenía, esa palidez casi resultaba inquietantd. Escuchándoles hablar ya, salí de mi escondite y dije. - Siento aguaros la fiesta, ¿pero no podrías estaros un poquito quietos? Lo habéis dejado todo hecho un asco. - Comenté con sorna moviendo la cabeza hacia donde se encontraba el cádaver. - Veamos que tenemos aquí... Una vampira, y... ¿Tú que coño eres? - Pregunté sin vacilar entrecerrando los ojos. Algo me olía fatal, y no era solo por el cadáver que había ahí atrás a la vista de todos. Ése duo pintaba mal. El tío me daba muy mala espina, esperaba evitarme una pelea esa noche. Sin embargo yo no estaba ahí para hacer amigos. Aunque me hartaba tener que estar pendiente de todo. Ya podría mi hermano encargarse de esas cosas, que es el buenazo.

No era que necesitará ocultarse, el olor de azufre propio de un demonio era claramente notable. Bastante perceptible para cualquiera que estuviera o no acostumbrado al mismo, a lo cual yo claramente ya estaba de más. -Nada de que preocuparse. Solo unos cazadores molestos. ¿Qué haces aquí? ¿Viniste con Connor?-. Estaba quitandole importancia al asunto como solía hacerlo cuando se trataba de humanos o con cazadores. Lo miré un poco confundida por su siguiente comentario. En ese momento fue que sentí el aroma a humano. Al mismo tiempo podía sentir unos pasos acercarse a nosotros.

No tardó mucho en esconderse detrás de un árbol por unos segundos, y poco después me fijé en que salia de su escondite dirigiéndose a nosotros. -Yo no puedo estarme quieta. Inquieta es mi segundo nombre-. Respondí con diversión a su primera pregunta. -Ese humano no es mío-. Les dije a ambos chicos. Aunque el comentario era mas para uno que para el otro, ya que no era de las que le explicaba nada a desconocidos.

Les di una mirada rápida a los dos, y poco después aparecí frente al castaño que le había hablado a Declan. -Creo que eso es más que obvio. Es un demonio... Creo que puedes buscar el significado en algún diccionario, y reconocerlos por su olor a azufre. La pregunta aquí es, ¿qué y quien eres tú?-. Mis palabras denotaban curiosidad por el chico, y sobre todo por la forma en que le hablo al demonio.

Mantuve las distancias con los dos desconocidos, al fin y al cabo no sabía como acabaría ese encuentro. La chica dijo que no había matado ella a ése humano. Me entusiasmaba tener que hacer de detective ahora. Que dura era la labor de un ángel de mi rango... Necesitaba ya unas vacaciones en algún sitio bonito, lo de hacer de canguro no era ninguna maravilla.

Ignoré la pregunta de la chica, aunque reconocí en seguida que tenía razón sobre lo del azufre. Suspiré, percatándome del hedor. No había sido hasta acercarme lo suficiente cuando lo había notado. - Ah, genial. Mi sueño hoy era cruzarme con un demonio. - No mencioné a la vampira, no tenía el menor interés en ella, sin embargo no dejaba indiferente. Su aparencia era muy... Peculiar. Me crispaba más el demonio. Su aura era muy similar al que me había cruzado años atrás, en tiempos muy distintos, tiempos de guerra. Bufé, oyéndole lloriquear como si fuera un niño. - Quizás sea porque hueles a azufre. Algo me dice que no eres ningún demonio de tres al cuarto... - Solté escupiendo las palabras. Los demonios me producían repulsión, sin embargo todo en ése chiquillo me ponía


Reí mordazmente al escuchar la advertencia del demonio a su amiguita. No me molesté en moverme. Algo me decía que no sería la última vez que vería al dúo ése, aunque no fuera especialmente de mi agrado. - Me sorprende que un demonio precisamente sea quién dice éso. No soy yo quien puede pecar de prepotente. - Comenté. Pero yo no era ningún ángel santurrón, no con ningún demonio. - Aunque... Tal vez pueda hacer una excepción contigo. - Me encogí de hombros mientras lo miraba, con rabia, pero por otra parte produciéndome cierta gracia. - Lo siento tío, somos enemigos naturales. No tengo nada en contra de tu amiga. Sin embargo tú... Tu sola presencia me repugna. - Podía tratar con demonios, pero sacaban lo peor que había en mí. Con uno cerca... Me costaba mucho mantenerme tranquilo.