Risky business // Victoria Hawkins (+18)

U na noche bastante fresca se abre paso mientras yo salgo de la "seguridad" de los territorios aledaños al Hotel. Luego de tanta acción los últimos días, y de estar por completo recuperada del último enfrentamiento, necesito relajar mi mente pues mi loba interna esta muy inquieta, con sed de venganza, de sangre, algo que es peligroso. Desde que me volví la alfa de mi pequeña manada mi temperamento ha cambiado y se ha puesto bastante defensivo y explosivo a cualquier amenaza, y lo de los últimos días es obviamente una amenaza directa.

Y por otro lado, el negocio "alterno" de la familia Maz es algo que he descuidado mucho. No es que seamos pobres, pero los ingresos y los buenos contactos que la venta de armamento nos dan son algo poco despreciable. Es por eso que acepté verme con unos viejos clientes de mi padre, luego de varias semanas de pláticas. Ahora mismo se que no debo confiar en muchas personas, lo primordial para mi son mis hermanos, mi manada completa, solo ellos 3, sin importar que tan jugoso resulte un trato de negocios ellos son lo primero. La curiosidad de Dalia ante todo esto me orilló a no contarle a dónde iría exactamente y a ir a una zona que espero ella no frecuente jamás.Con la confianza en mi misma ante todo, con las barreras arriba y un gesto educado pero serio, camino entre esas calles llenas de personas que buscan solo satisfacer sus deseos, sean cuales sean, ignorando el alto olor de lujuria y sexo que inunda el aire. Logro hacer mi camino y llegar al bar de encuentro, y apenas entro noto el clima mas relajado pero igualmente peligroso cuando mi loba anda tan intranquila.

La junta con los clientes da inicio y luego de un par de minutos los tratos son cordiales y la venta esta casi asegurándose, dejando a mi manada con una cantidad bastante razonable de efectivo, perfecta para hacer los arreglos necesarios para protegernos mejor esta vez. Sin embargo toda mi atención se distrae un poco al notar ciertos aroma cercanos, de un grupo que viene entrando al bar.

La mejor idea que se me hubiera ocurrido en todo el dia. Definitivamente estaba escrito que tenía que salir de aquel loquero al que llamaban hotel para airear un poco mi cabeza. Después de lo ocurrido hacía sólo unos días, mi contacto con el resto de los inquilinos había sido nulo. Apenas sí me dejaba ver por los alrededores, optando por comer fuera. La verdad era que estaba evitando a alguien. O más bien a dos. Pobre Dalia, pensaba para mis adentros, quien sabía moría de ganas de hablar conmigo como yo con ella, pero no podía porque la detenía la orden de su Alfa, de su muy despampanante hermana mayor.
Sonreí de lado mientras me abría paso entre los transeúntes de la interminable y avejentada calle parisina. Recordar a Danielle me hacía sentir al tope. No estaba segura de por qué, pero en ese instante tampoco tenía ganas de indagar más al respecto, porque tenía un nuevo objetivo en mente y ahora mismo acababa de entrar a un bar que yo había ignorado en mis visitas anteriores.

Esperé afuera, contando los segundos, dejando que el minuto se hiciera y le siguiera otro, el margen de tiempo suficiente, así podría pasar desapercibida por los vampiros. Sí, estaba persiguiendo a unos chupasangres. Ese era mi hobbie. No había tenido ninguna clase de contacto con uno de su especie en un buen tiempo y era una de mis presas preferidas a la hora de cazar. Eran rápidos, audaces, y se valían de todo aquello para hacer trampa.
Cuando sentí que ya había esperado lo suficiente, entre al bar y fui directo a la barra. Ese era mi lugar preferido, porque desde allí podía ver todo el bar con un simple barrido de mis ojos. Lo que no esperaba ver apenas tome nota de la clientela dispersa por el lugar, era a la chica lobo. Estaba reunida con un grupo de hombres que para nada lucían como turistas. Aquella reunión era cosa seria, por si el gesto de concentración de Danielle no hubiese sido lo suficientemente obvio. Pero el gesto cambió, fue tan fugaz como sus movimientos a la hora de pelear. Curiosidad, reconocimiento, pregunta. Sus ojos estaban clavados en los vampiros a mis diez en punto. Y esos mismos ojos se clavaron en mí. No había necesidad de hacer un movimiento de cabeza ni de labios, me quedé tan quieta como pude, sosteniendo sin vacilar su mirada. Esos vampiros eran míos. Fuera de eso, su presencia en el lugar acababa de hacer todo muchísimo más divertido.

Oh, esta una a ser una velada de lo más interesante.

L a nada agradable sensación de ardor y picazón que sufre mi nariz al sentir cada vez el olor de esas sanguijuelas mas y más penetrante me desconcentra un poco de la plática de negocios pero logro retomar la atención antes de que los humanos lo noten. Ellos para nada saben de la real naturaleza que corre por mis venas y que corría por ende en las de mis padres con los cuales antes trataban junto conmigo, ahora estoy sola y ellos se quedaron con la idea de que su muerte fue un "accidente" de negocios, aunque igualmente en este negocio nadie pregunta mucho por la vida de los demás, es un acuerdo tácito en esto.

Luego de beber unos pocos tragos de la cerveza que tan amable y caballerosamente los socios me ofrecen, mi atención vuelve a ser capturada pero esta vez no por los chupasangre, sino mas bien por cierta rubia de aspecto rudo que no conozco del todo pero de la que me quede con una mezcla extraña de juicios propios, con lo que odio eso, el prejuicio, y yo no pude evitarlo con ella a mi pesar. Noto su mirada entre mis ojos y el grupo de sanguijuelas y entonces entiendo que no es una casualidad el que ella esté aqui, ella viene "de negocios", tal como yo irónicamente. Le hago una seña dismulada con mis cejas antes de disculparme con lso caballeros poniendo de excusa una visita al tocador. Me levanto con todo mi garbo de alfa orgullosa y camino sin dedicarle una sola mirada nadie en el sitio, incluyendo a la cazadora, y tratando de todas las formas el pasar desapercibida por los vampiros, lo último que quiero es un enfrentamiento en un sitio tan público. Ya en el sanitario me recargo con ambos brazos extendidos sobre uno de los 4 lavamanos, mirandome en el espejo, controlando a mi loba que clama por salir y pelear.

Me estaba costando trabajo escuchar lo que el grupo de vampiros cuchicheaba. No era que hablaran en un volúmen que un humano pudiese captar, pero yo sabía leer los labios. Y tampoco era eso lo que me impedía entenderlos. Era otra cosa.
Justo lo que necesitaba en ese momento, una morena distracción haciéndome ojitos para que la siguiera al baño. Pidiendo al joven camarero que me reservara el lugar, seguí a Danielle hacia el fondo donde se encontraban los baños. Me tomé mi tiempo, disfrutando de la vista.
Se había vestido literalmente para matar. Tenía un par de jeans que le calzaban perfecto en los lugares adecuados y unas botas que subían hasta sus rodillas. Los tacos podrían romper huesos de lo afilados que se veían. La parte de arriba estaba igualmente perfecta. Y es que tenía que contenerme de seguir calificando sus atributos. En el laberinto había lucido como una guerrera, pero aquí... De repente tome nota de mi ropa y me sentí incómoda.

Entré al baño justo tras ella y me quedé mirando su reflejo; otra vez, su rostro se mostraba concentrado, sus ojos fijos en algo que yo no podía ver ni imaginar. Su cabello cubría su rostro, pero se lo apartó para mirarme sin estorbo.
—Pero qué pequeño es París —me apoyé en uno de los cubiculos, examinando vagamente mis uñas—. ¿No crees?
De haberme sentido un poco más en confianza con ella le habría tirado más letra, pero decidí callarme y desear que el grupo de chupasangres siguiera allí cuando saliera del baño.

S iento como el hedor de los vampiros me sigue un poco, se impregna en mis fosas nasales hasta que entro en el pequeño baño público, donde el olor a aromtizante y desinfectante me “limpia” el olfato de cierta forma. Pero de inmediato siento un nuevo aroma, uno que sé olí antes y no es necesario mirarla para saber que la cazadora ha entendido mi señal.

Doy un largo respiro más antes de mirarla por el reflejo del espejo — Bastante pequeño y tan lleno de coincidencias irónicas que hasta parece mentira — digo con una ceja en alto, manteniendo mis barreras en alto pero solo apenas, mi loba interna gruñe por salir — ¿Esto es una obra del destino o tienes algo en concreto para estar en el mismo sitio que yo? — pregunto con mi actitud de “pocas pulgas” de siempre, girando mi cuerpo para quedar de frente a ella, pero recargando mi trasero en los lavamanos, con brazos cruzados. Entonces miro de forma más detenida su atuendo, bastante casual pero debo reconocer que ese estilo le queda más que bien. Desde el día de conocernos me pareció una mujer muy atractiva, no lo niego, pero tan atractiva como peligrosa para mí y eso me causa un sinfín de sensaciones dentro, más cuando mi loba parece tener interés en ella — Notaste a las sanguijuelas ahí afuera ¿no? — pregunto sin dejar mi mirada de sus ojos.

—No te sientas halagada, no vine por ti... Aunque podría haberte invitado un trago en otras circunstancias —admití, encogiendo un solo hombro. Mantenía mi vista en mis uñas, porque el peso de la mirada de la loba me estaba aplastando. Tal y como yo la había mirado por detrás. De acuerdo, eso había sido trampa, pero ni modo, no pude contenerme. Ahora, encerradas en ese pequeño sitio, todo parecía tornarse más intenso.

Suspirando, abandoné la charada, negando divertida por el tono de voz demandante de Danielle.
—Como sea. Por supuesto que noté a esos chupasangres. Los vine siguiendo desde hace media hora —dejé de lado el hecho de que no había salido de cacería, mi ropa ya era demasiado obvia. Pero tampoco negaría que no estaba armada—. Entraron en este sitio y también lo hice. ¿Cómo dejar escapar un premio así? Y hablando de premios... —me tomé el atrevimiento de recorrerla de pies a cabeza, sintiendo en el aire otra cosa, una que no había notado antes al no hacer contacto visual. Un escalofrío me recorrió la espalda, pero como todo, lo ignoré—. ¿Por qué clase de premio estás aquí? Esos amigos tuyos parecían muy convencidos. ¿Cerraste el trato? —los cuchicheos de los vampiros no era lo único en lo que había reparado antes de seguirla al baño.

E l comentario chulesco de la cazadora no pasa desapercibido para mí, pero solo le dedico una mirada intense, pensando en qué cosa contestarle — ¿Invitarle un trago a una bartender eh? — digo con cierto sarcasmo pero en el fondo la idea me halaga y lo hago notar con una sonrisa casi imperceptible.

Niego de forma pausada subiendo la mirada al techo — Ya decía yo que tus miradas furtivas a esos no eran casualidad. Tengo una gran duda ¿cómo es que sabes lo que son? Eres una simple humana, y no lo digo de forma despectiva para que lo sepas — digo humedeciendo mis labios con mi lengua, la loba es cada vez más fuerte a pesar de haber pasado la luna llena hace casi 1 semana. La pregunta que siguió no me toma por sorpresa, pero si su mirada analizándome de forma nada sutil, cosa que me hace mirarla con una ceja alzada y mirada retadora y sorprendida, la verdad es que no había notado esa mirada de ella sobre mí, pero no quiero dar cosas por sentado, quizás solo es mi estado hormonal lobuno y no la realidad — Parece que estás al pendiente de todo Hawkins, ya veo porqué eres lo que eres — digo antes de descruzar los brazos, dejando una mano sosteniéndome a cada lado de mi propio cuerpo — Estoy cerrando un negocio que me dejará una buena recompensa monetaria, asuntos… familiares si así lo quieres ver — digo con una sonrisa que destella orgullo y cierta complicidad, pues lo irónico es que quizás conoce la empresa familiar sin saberlo — ¿Vienes armada? Solo pregunto porque aquellas sanguijuelas te gana en número — pregunta con el gesto más relajado, percibiendo el aroma de la sangre de la cazadora que le resulta muy agradable.

Abandoné mi lugar, comiendo la distancia entre ambas hasta estar más cerca. Algo me tiraba hacia ella, y era muy difícil de resistir. Pero me planté delante suyo manteniendo mi expresión toda profesional. O al menos eso intentaba demostrar. Por dentro me sentía muy confundida.
Su pregunta me distrajo de mis pensamientos. Era una muy buena. Pero la respuesta requería algo más de... ¿confianza, tal vez?
—Si te dijera, ya no sería un misterio —ni que le fuera a revelar mis trucos así como así a un Alfa dentro de un baño en un bar de muerte—. Pero lo podemos dejar como un pendiente para otro día, ¿qué dices?

Guarde mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y contemple en detalle la sutileza con la que las fosas nasales de Danielle se abrían un poco más y el hueso de su mandíbula parecía sobresalir al apretarla. Al parecer estaba captando algo en el aire. Y fuera de que los químicos del baño cubrieran bastante bien lo que realmente emanaban los cubiculos, tuve la sospecha de que no era eso lo que la puso al borde.
Di un paso atrás, algo inconsciente, como si supiera que dándole un poco más de espacio ayudaría en algo. Estaba un poco perdida con esto de tratar con una mujer lobo. Los machos eran más fáciles de leer, pero aquella Alfa me estaba haciendo retorcer las neuronas. Ni siquiera su hermana era tan... Intensa.
Cambie de tema, me había hecho otra pregunta para la que sí tenía una respuesta concreta.
—Siempre estoy armada. Y hieres mis delicados sentimientos —llevé una mano a mi corazón e hice una mueca de dolor— ¿No me ves capaz de enfrentar a seis vampiros? Pensé que lo ocurrido en el laberinto había sido un ejemplo impecable de mi performance en el campo de batalla.

E l gran avance que la cazadora hace hacia mí me altera ligeramente, pero logro controlarme. Soy una alfa, debo tener un autocontrol envidiable pero… esta humana tiene algo en ella que me pone demasiado difícil el lograrlo, me hace sentir como una omega y eso me molesta un poco, como si realmente fuera su culpa — ¿La cazadora tiene un gran secreto eh? Bueno… me parece una buena excusa para que puedas verme de nuevo — digo con una sonrisa casi burlesca pero con mucha verdad en las palabras.

Noto el paso atrás que da y una risa demasiado corta resuena en el baño, tal parece que la cazadora sabe reconocer cuando nosotros estamos cerca de perder el control de alguna forma y eso es una ventaja para la humana. Doy una leve olfateada al ambiente, con una sonrisa ladeada — Precavida, eso es bueno — susurro dándole una mirada significativa — ¿Delicados sentimientos Hawkins? Por favor, sabes que esa apariencia no te va y en lo personal no creo que te quede bien, es preferible esa que vi el otro día en el laberinto — digo tamborileando con mis 10 dedos en la superficie de los lavamanos — No niego que me sorprendió tu habilidad física, tienes buena resistencia y gran flexibilidad, además de una interesante habilidad para meterte en problemas de que te ganen en número ¿no es así? Siento que… te gusta probar que puedes con los retos — digo con una mirada donde se mezcla el deseo con la curiosidad — ¿Tengo razón en eso Hawkins? —.

"Puedes apostar a que te buscaré..." prometí como un pensamiento secundario. Me sorprendió el hecho de que entre todo lo que había ocurrido hubiese tenido tiempo de mirarme. Y bastante. Me había descrito tan bien, casi como si me conociera de toda la vida y no desde hace un par de noches.
Sí, tendía a inclinarme por el disturbio, me encantaban los retos, hacía que la sangre en mis venas corriera como fuego, que mis ojos captaran todo con más detalle, que todo a mi alrededor fuera más brillante. Como mirar en cámara lenta. Esa era yo en una pelea, y también en la previa a una. Me encantaba estudiar a mi adversario y calcular cuanto podría aguantar hasta derrotarlo. Y esa noche estuve a mil, y todo se disparó aún más cuando pelee del lado de Danielle.

Imitando su gesto, -uno que interprete ella lo hacía de forma automática- también alce una ceja, toda arqueada y casi tocando el techo, toda dedicada a ella.
Tenía varios comentarios al respecto de su certero análisis, pero me desvíe por otra ruta.
—Hawkins suena muy de secundaria. Llámame Hawk. Más corto y conciso —le dije mientras acomodaba mis guantes, comprando un poco más de tiempo. La verdad era que ya no tenía tanta urgencia como antes. Pero quizás ella sí—. No deberías dejar esperando tanto a tus clientes. Después de todo, es un buen trato y con tus encantos ya los tienes en la palma de tu mano.
Hice ademán hacia la puerta, esperando que captara la indirecta. La charla estaba siendo de lo más amena, pero ambas teníamos asuntos que atender, muy a mi pesar.
—¿No? —la miré con curiosidad al notar que no se había movido un centímetro de su lugar. Sus ojos se habían oscurecido notablemente, y me inquieto reconocer que ya había tomado nota de cómo lucían 30 segundos atrás.

P ara mí, ahora que no estamos bajo la tensión de una ataque de cazadores donde nuestras vidas peligran, es más fácil notar que parece ser que ambas disfrutamos de probar los límites de la otra y no sé qué tan bueno o malo sea, pero es divertido e interesante, una conducta que no es común en mí, menos al subir en la jerarquía de mi manada. Es como tener la postadolescencia que nunca tuve — Hawk, sí así lo quieres por mí no hay problema ¿pero ya tengo el grado de confianza para llamarte por un diminutivo? — Noto como acomoda sus guantes y no puedo evitar el pensar en ella en plena matanza, algo que genera una mezcla de sensaciones en mi interior, se supone que debo aborrecer a los cazadores pero con ella no puedo del todo cumplir con eso, al contrario, hay algo que me atrae a ella — Mi trato está prácticamente cerrado, solo estoy haciendo tiempo para que no crean que soy una antipática, debo caerles bien y dejarles creer que pasar la tarde con ellos es lo mejor que me puede pasar, aunque la realidad este demasiado lejos de eso — digo mirando cómo se acerca a la puerta.

No sé realmente porqué lo hago pero me acerco a ella, sin dejar de ver a sus ojos — Pero creo que sería bueno darle un final concreto al trato antes de que cierta rubia desate el terror alrededor y en lo último que piensen mis socios sea en saldar la compra — digo con cierto tono gracioso en la voz — Además creo que hay otros negocios por aquí que me gustaría… — susurro acercándome a ella, oliendo a su alrededor de una forma profunda, llegando casi a rosar la piel cálida y suave de su cuello, cerrando los ojos que se están tomando ese tono rojizo — explorar — termino la frase sin moverme por varios segundos de esa cercanía que provoco entre ella y yo, dejándola entre la puerta y mi cuerpo que lucha por controlar a la loba interna.