Al song del smoke (Autumn)

No tenía mucho que hacer esa noche, ya había terminado los deberes de la universidad. También escribí algunas de las ideas que se me ocurrieron durante la tarde para organizar algunos eventos que se realizarían pronto. Igualmente seguía con la mente sobre muchas cosas a la vez, eso me hizo sospechar que no lograría dormir con facilidad en esa ocasión. Tampoco es que fuera muy diferente a algunas otras noches, pero no quería pensar en las imágenes que aparecían mientras dormía.

Esa fue mi razón para subir a la azotea, iba dando pasos lentos o cuidadosos desde mi perspectiva. Mientras me acercaba al final de las escaleras, sentí el aroma de un cigarrillo provenir del lugar. De igual forma estaba decidida a no regresar sobre mis pasos.

Un poco después estaba entrando en la azotea, y me fijé en la mirada de un chico rubio que me hizo temblar ligeramente. -Demonio-. Fue lo que pensé debido al aroma de azufre que podía sentir desde donde se encontraba, a pesar que se tapaba un poco por el olor del cigarrillo que tenía entre los labios. Giré la mirada en otra dirección debido a mi sonrojo del momento, recordaba haberlo visto en otra ocasión en una de las fiestas a las que había asistido en el pasado junto a Grigori. -Creo que debería irme-. Susurré mas para mi que para él.

Escuchar su comentario a modo de respuesta en relación a mi idea de irme de la azotea, y buscar otro lugar en el que pasar un rato tranquilo me hizo volver la mirada en dirección al rubio. Al hacer eso, noté que sus ojos pasaban a ser rojos. -Odio que hagan eso-. Era posible que estuviera molesto por algún motivo, lo había descubierto con mi ex. Por esa razón dejé que mis alas negras salieran a la vista; si me iba por las escaleras, estaba segura que a mi paso acostumbrado no llegaría muy lejos. Por lo que lo más apropiado sería volar en caso de que todo resultará en problemas.

Me quedé en silencio ya que no tenía que responder su pregunta. No era como si le debiera una explicación al rubio. Unos segundos después volví mi mirada en su dirección y le di una mirada de desconfianza. -Podría preguntarte lo mismo, demonio. Pero no sé si me importa-. Respondí un poco después que girará su mirada en otra dirección. Me lo quedé mirando con algo de desconfianza por un instante. Finalmente me encogí de hombros y caminé hasta los muebles que habían puesto en la azotea, mientras daba esos pocos pasos que me separaban de los mismos, volví a ocultar mis alas. Al estar frente a uno de ellos me dejé caer en el, apoyé mi cabeza del mismo.

Mientras disfrutaba de la brisa suave y fría que empezaba a sentirse en el ambiente debido a la época y mes del año en el que estábamos, dejé escapar un suspiro y poco después permití que mis ojos se cerrarán. A pesar de eso, me mantuve atenta por si el demonio en la azotea hacía algo.

Me mantuve en silencio mientras escuchaba las palabras del demonio. Era cierto, los ángeles caídos teníamos la ventaja de volar, aunque sinceramente yo prefería mantener mis pies sobre la tierra. El vuelo podía resultar un poco molesto. La razón de esto era que a los caídos nos recordaba el no poder volver al cielo lo que resultaba en rencor hacia El. Eso lo supe por comentarios de otros conocidos de mi raza luego de mi caída.

Mientras por mi mente pasaban los recuerdos de esas conversaciones, escuché que el rubio a mi espalda empieza a cantar bajito, y poco a poco sube el tono de la voz. Tenía que reconocerlo, cantaba bien. Eso me saco de mis pensamientos, me giré un poco para poner mi atención en el mismo. -No es mi canción favorita, pero es buena-. Dije algo distraída, y me volví a sonrojar debido a mi comentario. Me quise dar una patada después de que esas palabras salieran de mis labios, ya que dejaba en claro que le estaba prestando demasiada atención en ese momento. Terminé por dar media vuelta, cruzarme de brazos un poco molesta conmigo misma.

Estaba bastante molesta conmigo misma por haber permitido que ese comentario saliera de mis labios un poco antes. Era casi seguro que al demonio se le había subido el ego por mis palabras, algo bastante probable ya que así era esa raza. Eso lo descubrí el tiempo que estuve de pareja con Grigori.

Entre mis recuerdos con Grigori y el enojo que resultaba de recordar al castaño, no noté las flores que el demonio a mi espalda había dejado a mi lado. No lo hice hasta que el rubio habló. Por esa razón me giré para mirarlas. Eran mis favoritas, pero no se lo diría ese detalle bajo ningún concepto. Si lo hacía seguro le subiría mucho más el ego. Al escucharlo se me ocurrió hacerle una pequeña broma, así se le quitaba ese toque de galán que no era algo que me atrajera en su totalidad.

En un principio dudé si hacerlo, ya que el detalle a pesar de todo parecía muy dulce de su parte. Eso pensé hasta que volvió a abrir la boca. Agarré las flores con bastante seguridad. Luego de levantarme, caminé en su dirección al tiempo que lo fulminaba con la mirada. Quería que fuera yo misma, pues le haría la broma que había pensado y le dejaría en claro que no me impresionó para nada. -Créeme cuando te digo soy yo misma. Y deberías buscar unas mejores si quieres impresionarme. Estás me dan alergia-. Comenté dejándolas caer frente al rubio, y estornudando ligeramente. Aunque en mis pensamientos sabía que era un gesto bastante falso que me hizo sentir mal por unos minutos.De igual forma estaba decidida a no apenarme por lo que acababa de hacer.

Mientras caminaba en su dirección pude notar algo de confusión en la mirada del rubio, lo que me hizo preguntar que tan poderoso podía ser.

Al llegar a dónde se encontraba sentado y luego de decirle esa "mentira", me sorprendió que insistiera de nuevo. Quería decirle que no me interesaba; realmente tener otro demonio con intenciones desconocidas y, de las que solo el sabía cuales eran no era nada que estuviera buscando. Esa fue mi razón para entrecerrar los ojos en respuesta a sus preguntas, especialmente por escuchar la risita entre dientes que escapó de entre sus labios. -No me interesa-. Respondí un poco más molesta que antes al notar que su sonrisa se agranda un poco más luego de sus palabras.

Justo después de ese comentario sin saber de dónde habían salido, escuché a mi espalda el comentario de otro hombre. Esa fue mi razón para girar y, ver de quien se trataba. Me preocupé un poco al fijarme en la daga que uno de ellos tenía en la mano.